miércoles, 14 de julio de 2010

¿A dónde fue el tiempo que deje escapar de mis manos?

Imagino que todos enfrentamos de manera distinta el hecho de terminar o cerrar un gran capítulo en nuestra vida, ejemplo graduarse de la licenciatura. De alguna manera se culmina una larga etapa académica y se cree que finalmente estamos preparados para enfrentar la vida, o al menos eso era lo que yo creía. Sin embargo, no fue así. El proceso de crecimiento fue largo, en momentos fue terriblemente ansioso y depresivo, pero al final del día se logró el cometido, aprender a enfrentar la vida, a darle la cara, a disfrutarla, a vivirla.

Pase mucho tiempo en la sombra, ocultándome de la vida o más bien viviéndola desde otro ángulo un tanto gris. Mi vida estaba llena de miedo y ansiedad por lo que depararía el futuro y pensaba que probablemente no estaría a la altura. Afortunadamente un día toque fondo, ya no me era posible enterrarme más en mi ansiedad, finalmente la única salida era hacia arriba.

Aprendí a valorar la vida, a vivirla al máximo todos los días y de alguna manera a recuperar esos días en los que le di la espalda a todo y a todos por sentirme triste, por dejarme llevar por los ataques de ansiedad. Aprendí que lo que tiene que ser en esta vida va a ser y que no todo está en nuestras manos, de hecho es muy poco sobre lo cual tenemos algún poder. Aprendí que las cosas no son ni buenas ni malas, tan solo son y nada más. Aprendí que a veces sentimos que estamos arriba y a veces abajo, pero siempre estamos en esto que se llama vida y que la vida está llena de ciclos. Aprendí que tal vez mañana ya no tengamos con nosotros aquello que creemos es la fuente de nuestra felicidad o incluso que tal vez mañana yo no estemos aquí y que por ello no vale la pena desperdiciar ni un segundo en malos hábitos o pensamientos negativos. Aprendí que la felicidad no viene del exterior sino de nuestro interior y que jamás seremos felices con nadie ni con nada sino nos estamos en paz con nosotros mismos. Aprendí que por más que nosotros planeemos nuestra vida, de alguna manera el plan ya está hecho. Aprendí que la vida nos traza cierto camino para crecer, para aprender, para valorar. Aprendí a vivir conmigo, a reconocer que no estoy sola y que jamás lo estaré siempre y cuando me tenga a mí. Aprendí a que no somos seres estáticos y que estamos en cambio continuo y que en eso recae la magnificencia de la vida. Aprendí que todo acto tiene consecuencias y que todo cae por su propio peso. Aprendí a apreciar al máximo lo que tengo y no a lamentarme por lo que carezco. Aprendí que no perdí ningún tiempo, sino que lo utilice para descifrar estos pequeños secretos después de todo no hay nada que el tiempo no cure.

Sé que todo esto suena muy bonito y sencillo, sin embargo en ocasiones aun me cuesta trabajo no sentirme triste por la pérdida de alguien o de algo. Aun me entristece saber que allá afuera existe un mundo donde es válido engañar, mentir, abusar, minimizar y utilizar a los demás. Aun me da miedo saber que hay tanta violencia y crímenes impunes. Aun me provoca ansiedad mi futuro. Quisiera que no fuera así pero después de todo soy humano y de alguna manera no dejo que estos pensamientos invadan del todo mi mente, no me permito dejar de disfrutar la vida por estos pensamientos sino todo lo contrario, intento hacer algo al respecto.

A vivir se ha dicho. A buscar la felicidad genuina.

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