martes, 27 de julio de 2010

El porque de este blog

Hace poco, pude concluir que debemos dejar ir todas aquellas emociones negativas y recuerdos que nos hacen sufrir o que por lo menos nos hacen pasar un mal momento una que otra vez. Ciertamente no suele ser tan fácil e incluso hay ocasiones que nos torturamos reviviendo detalle a detalle esos recuerdos y creando situaciones hipotéticas. Pero la verdad es que para darle la vuelta a la pagina debemos expresar asertivamente nuestra tristeza, frustración, coraje, enojo, desilusión y demás sentimientos negativos, debemos dejarlos ser, debemos experimentarlos al máximo por más doloroso que parezca. De nada sirve ponerlos en espera con la ilusión de olvidarlos porque no lo haremos, tarde o temprano nuestro propio sistema los sacara y tal vez no de la mejor manera. Es por eso que decidí continuar con este blog, para sacar todo aquello que me hace ruido en la cabeza y que solamente me impide seguir adelante.

De esta manera, transfiero esos pensamientos que me impacientan y expreso asertivamente mis emociones, con el objetivo de dejar ir y con la esperanza de que ayude de que sirva a los demás.

El arte de engañar

En ocasiones creemos que todo lo tenemos bajo control para después darnos cuenta que poco es lo que está en nuestro control. Pareciera que nos dan un baño de agua fría cuando tomamos consciencia de cómo en realidad son las cosas e incluso pasamos días, semanas, meses o hasta años tratando de descifrar en qué momento las cosas se salieron de control. Nos negamos a asimilar la realidad y nos aferramos a lo que resulta ser tan sólo un deseo idealista.

Pero resulta, en mi caso, que el control se había perdido mucho tiempo atrás. Las cosas ya no eran como yo creía o como me hacían creer. La cuestión aquí es por qué nadie te hace ver las cosas como son, o más bien porque nos auto-engañamos, por qué dejarnos vivir en ese engaño, en esa mentira. La respuesta es fácil y muy simple, el mentir y engañar es simplemente más cómodo que enfrentar y abordar las situaciones de la vida con la verdad.

Desde temprana edad a la mayoría de nosotros nos enseñan a respetar a los demás y a no decir mentiras. Sin embargo no siempre lo hacemos o lo hacemos a medias. Pero lo cierto es que jugar con los demás nunca está bien pues no todo gira a nuestro alrededor (poco es lo que gira conforme a nosotros) además la gente con quien nos relacionamos también tienen sentimientos, deseos, opiniones, metas y planes y el hacerles creer algo cuando sabemos que no es cierto o cuando no estamos seguros, es tan sólo un reflejo de nuestra poca capacidad de toma de decisiones, de nuestro poco conocimiento propio y del poco valor que le asignamos a lo que nos rodea, así como el miedo imperante de mostrarnos tal y como somos porque no nos aceptamos, porque nuestra autoestima es baja o porque simplemente hemos pasado la vida entera engañándonos a nosotros mismos, que el engañar a los demás, como dijo Friedrich Nietzsche, es tan sólo un defecto relativamente vano.

Hasta que no aprendamos a tomar responsabilidad de nuestros actos no podremos dejar de intentar engañar al mundo entero logrando vanamente tan sólo engañarnos a nosotros mismos. Es por ello que una persona que engaña lo hace constantemente pues vive en un engaño o en una falsa realidad.