Recientemente caí en cuenta que aquel sentimiento que me había perseguido por un largo periodo finalmente se había ido, o mejor dicho, finalmente lo había dejado ir. Ahora lo único que habita en mi es un sentimiento de libertad, de ligereza, de cero encadenamientos y con ello un estado de genuina felicidad.
Este nuevo estado me ha posibilitado para ver más allá de las cuestiones a las que vivía encadenada, más allá del pasado. Me ha traído de vuelta al presente y me provee de capacidades para estar alerta y disfrutar plenamente esta vida, tanto lo positivo como lo negativo.
Debo aceptar que el proceso fue largo y confuso, sin embargo puedo decir sin duda a equivocarme, que valió la pena. Cada instante, cada momento, a pesar del sufrimiento, lograron en mí un impacto de crecimiento y quisiera creer que también de madurez para afrontar la vida.
Los días son más largos cuando vives en el presente, cuando eliminas de tu mente ese bagaje que entorpece tus movimientos. Cuando dejas ir todo lo negativo que te impide reconocer todo lo positivo que existe a tu alrededor.
Hoy puedo decir que esta vida es todo lo que tiene que ser y más allá de quejarme del papel que me tocó desenvolver en este universo, puedo enunciar que estoy feliz y completa, esperanzada y motivada a hacer todas aquellas cosas que el promedio considera imposibles.
