jueves, 5 de agosto de 2010

Lo que el viento se llevó

Cuando empezó este año, creía que no habría nada más que pudiera perder, afortunadamente estaba equivocada. Me preocupaba tanto que mi vida no empeorara mas, pues perder algo mas significaba mayor desequilibrio y naturalmente eso me angustiaba. Ingenuamente no veía venir algo increíblemente asombroso. Como de costumbre pensaba en todo aquello que había perdido y lo triste que me hacía sentir, sin embargo no prestaba total atención a todo lo que me rodeaba, sabía que estaba ahí, pero realmente no lo valoraba.

Y sí, probablemente el día de hoy mi vida es distinta a lo que era a principios de este año, y tal vez he “perdido” o más bien dejado ir un sinfín de pertenencias, recuerdos, sentimientos e incluso ideas, y probablemente alguien se atreva a asegurar que he perdido todo aquello que me hacia la persona que era: una relación seria, un trabajo bien pagado, una cuenta de ahorros, ideas de conquistar el mundo capitalista, y tal vez sea cierto, el día de hoy no tengo nada de eso, pero tengo algo que hace muchísimo tiempo había perdido, que hace mucho tiempo había dejado atrás, que había olvidado por completo, me tengo a mi.

Por más tonto que parezca y se escuche, el conocerse y poder contar consigo mismo es una gran herramienta para enfrentar la vida. Va más allá de todo lo material que podemos adquirir y que nos “brinda” bienestar y seguridad para vivir el día a día. Si uno se tiene, se conoce y se acepta, puedo asegurarles que jamás volverán a sentirse solos. Además, la mejor manera de conocer a nueva gente es teniendo un buen entendimiento de nuestra forma de ser. De esta manera podemos identificar en que somos compatibles y en qué no. Si identificamos nuestras cualidades y defectos, podremos hacerlo también con la gente que nos rodea y así poder tener una relación más sana.

No hay necesidad de conservar todo aquello con lo que ya no somos compatibles, o que ya no representa lo que somos. Es “bonito” preservar pequeños detalles de ciertos momentos de nuestra vida, sin embargo darles demasiado valor tan sólo nos cautiva en ese punto de la vida que ya se fue y que jamás regresara. Solamente nos ata al pasado, cuando debemos enfocarnos en el presente, en todo eso que tenemos en la actualidad y no en todo aquello que un día tuvimos y mucho menos en todo aquello que pudimos tener.

El “perder” una relación, una amistad, un trabajo, algo material, no es realmente perder sino ganar el comienzo de algo nuevo.